Todo empezó un día gris. No se si era lluvia o nieve lo que mojaba mi pelo. No llevaba paraguas, pero me daba igual. Estaba con él y eso era más de lo que podía soñar. Algo que había estado esperando meses y por fin se hacía realidad. No se como había pasado, nunca lo imaginé mejor.
Llegó, me besó y todos los temores e inseguridades se esfumaron. Así de fácil, así de simple. Sin preguntas, sin intercambiar palabra alguna.
Por que, a veces, la felicidad te llega en el silencio. Tan solo unas simples gotas son testigo de lo ocurrido.
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