jueves, 19 de diciembre de 2013



 Ese miedo a perderte cuando ni siquiera te tengo... 

viernes, 29 de noviembre de 2013

Las Reglas que SI hay que cumplir....

Las 100 reglas de la vida, según Jesús Terrés: 

Nº 1: Si no sabes dar no pidas. Fácil, ¿no?.

Nº 2: Se deja propina. Alta, si has sido feliz. Es una cuestión de etiqueta, respeto y civilización.

Nº 3: Exceso antes que mesura. Nunca dejes nada en el plato, es una falta del respeto al cocinero y a ti mismo.

Nº 4: ¿Casio dorado? Bajo ningún concepto.

Nº 5: Las pelis en VO, el gin tonic sin limón y la carne cruda. Living a pelo. Crudofilia a tope.

Nº 6: Las mujeres de caderas anchas son de fiar. Dios no da puntada sin hilo.

Nº 7: Botellón nunca. Jamás. Bajo ningún concepto ni excusa de edad, costumbres o lereles.

Nº 8: “La vida pone a cada uno en su sitio”. Soberana gilipollez, en tu sitio te pones tú solito.

Nº 9: Ryanair nunca, jamás, en ningún caso ni escenario. Es una cuestión de higiene y salud mental. La tuya.

Nº10: “Vivir deprisa, morir joven y dejar un bello cadáver”. No, vivir lento, morir viejo y dejar un cadáver gordo y exhausto.

Nº 11: Dukan tu puta madre.

Nº12: O sí o no. Los “no lo tengo claro” te los puedes meter por el culo.

Nº13: Huye de la gravedad. De los grandes titulares, la intensidad y la jodida razón pegada en la frente. Conquista lo sencillo.

Nº14: No se felicitan los cumpleaños por Facebook. Eso es de trepas y cursis. Descuelgas el puto teléfono y marcas su número.

Nº15: Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas. Un amigo va por delante. Siempre.

Nº16: Querer no es poder. Poder es poder y poco tiene que ver con el querer. A Dios gracias.

Nº17: Lo imposible es imposible, no hay que darle más vueltas. Cosas posibles, sencillas, cosas que sí.

Nº18: Bueno y barato no existe. O es bueno, o es barato.

Nº19: Escribió Duke Ellington:”En esta vida quien no tiene swing, no tiene nada“. Pues eso, solo importa el mojo.

Nº20: Esos que afirman que dormir es perder el tiempo son directamente gilipollas. Dormir es lo más. Y ya está.

Nº22: Tirar la piedra y esconder la mano es cosa de modernos y niñatos. Si tiras la piedra, la mano va detrás. Eso es así.

Nº23: Menos face y más book.

Nº24: Las personas que no saben estar solas son, en el fondo, niños malcriados. Cuanto más lejos, mejor.

Nº25: Hay que hacer cosas.

Nº26: Todo lo que no es señal es ruido. Huye de bocachanclas, papanatas y señoritas con déficit de photocall.

Nº27: Nunca deshagas la maleta del todo, así estará preparada para el próximo viaje. ¿Y qué es la vida, si no viajas?

NI nº28: La impuntualidad no es falta de tiempo, es falta de respeto. Ser puntual no es negociable ni discutible. Se es y punto pelota.

NI nº29: Hay que tomar decisiones.

NI nº30: “Lo que das, te lo das. Lo que no das, te lo quitas“. Y es que las personas que realmente merecen la pena siempre suman.

Regla NI nº31: Guardar la vajilla “buena” para hipotéticas visitas no puede ser más paleto. La vajilla buena para la cena de los lunes, eso es clase.

Regla NI nº32: Nunca pidas un favor dos veces. Las personas que merecen la pena solo necesitan oírlo una vez.

Regla NI nº33: ‘The best or nothing’ el fantástico eslogan de Mercedes, ha de ser aplicable a cada rincón de tu vida. Lo mejor o nada.

Regla NI nº34: Tonterías, las justas.

Regla NI nº35: En realidad, no hay ninguna maldita prisa.

Regla NI nº36: Hay que mojarse.

Regla NI nº37: ”Para llegar donde no sabes has de ir por donde no sabes”. O sea, si dudas vas bien.

Regla NI nº38: Pocas cosas tan aburridas como alguien en posesión de LA verdad. Cuanto más lejos, mejor.
Regla NI nº40: “Es muy difícil ser feliz sin hacer el ridículo”. O sea, mojigatos y moñas segunda puerta a la izquierda.

Regla NI nº41: Los caprichos están para satisfacerlos.

Regla NI nº42: La regla básica. El único mandamiento: no ser un plasta.

Regla NI nº43: Decir que vas a hacer algo y no hacerlo. Sólo mereces una cosa: MORIR.

Regla NI nº44: “Lo importante es participar“… ¿vosotros también escucháis las risas?

Regla NI nº 45: Diego Della Valle es el último gentleman y aquí amamos su actitud y su filosofía. Es sencilla. Su regla de las tres D: “Dignidad. Deber. Diversión“.

Regla NI nº 46: Se escribe como se vive. Y es que, si no vives. ¿De qué vas a escribir?

Regla NI nº 47: No reason to stay is a good reason to go.

Regla NI nº 48: La nostalgia es el refugio de los cursis. “Cualquier tiempo pasado…” qué más dará como fue. Lo mejor, mañana. Siempre.

Regla NI nº 49: La vida será disoluta o no será.

Regla NI nº 50: Hay que tener un plan B. Siempre.

Regla NI nº 51: Hay que escribir bien.

Regla NI nº 52: Sin dramas mejor, gracias. Guardad la intensidad para la alcoba o para Nike Plus pero bien lejos de la sala de estar, por favor.

Regla NI nº 53: Hay que creer.

Regla NI nº 54: “No te olvides de que los mayores placeres de la vida si quieres vivir durante mucho tiempo son comer, joder y caminar“, CJC

Regla NI nº 55: “Everything in moderation, including moderation“, Julia Child.

Regla NI nº 56: Las ideas son como el pescado. Demasiado tiempo sin airear y terminan oliendo mal.

Regla NI nº 57: Si no lo sabes, pregunta. Esta regla es aplicable a absolutamente todas las facetas de tu vida. Sin descanso, pregunta.

Regla NI nº 58: ”La edad es algo que no importa, a menos que usted sea un queso” Luis Buñuel.

Regla NI nº 59: No viajas para “cambiar de aires“, viajas para cambiar tu vida. Recuérdalo en tu próximo viaje.

Regla NI nº 60: “Go and make interesting mistakes, make amazing mistakes, make glorious and fantastic mistakes. Break rules. Leave the world more interesting for your being here. Make. Good. Art.” Neil Gaiman.

Regla NI nº 61: La vida es un 10% lo que haces y un 90 % cómo te lo tomas, Irving Berlin.

Regla NI n°62: “Don’t be defeatist dear, it’s terribly middle class” Lady Violet Crawley.

Regla NI nº 63: ¿Eres un niño? No. Pues no vistas como un niño.

Regla NI nº 64: Los que dicen eso de “Para saltarse las reglas, hay que conocerlas” normalmente no las conocen. Tienes que conocer las reglas.

Regla NI nº 65: En la mesa no se habla de trabajo. Punto.

Regla NI nº 66: No amenaces con largarte de un sitio (Twitter, su casa o una reunión).Lárgate o quédate, pero no seas un bocachancla.

Regla NI nº 67: La precaución es virtud de alcaldes, Cromwell.

Regla NI nº 68: “De perdidos al río” como actitud vital.

Regla NI nº 69: “La vida debe ser una continua educación”, Gustave Flaubert.

Regla NI nº 70: “Todo llega”… Y un cojón de pato. Has de ir, buscarlo y pagar la cuenta. Las cosas no llegan solas, querida.

Regla NI nº 71: Hacer las cosas bien o hacer las cosas mal. No hay más.

Regla NI nº 72: La fidelidad (a una mujer, a un amigo, a una idea) es innegociable. Porque el final de ese camino es traicionarte a ti mismo

Regla NI nº 73: Céntrate en una cosa, una cosa sólo. Una cosa bien hecha.

Regla NI nº 74: Vivir es ir perdiendo cosas. Así que no te ates mucho a ellas.

Regla NI nº 75:  “Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar”, Mark Twain.

Regla NI nº 76: Todo lo que viene antes del “pero” no importa.

Regla NI nº 77: Sin excusas, por favor.

Regla NI nº 78: El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe adónde va”, Antoine de Saint-Exupéry.

Regla NI nº 79: Si algo nos importa de verdad, tendremos que defenderlo. ¿No?(Muñoz-Molina)

Regla NI nº 80: “La vida es mucho más interesante cuando haces un pequeño esfuerzo”, Ai Weiwei.

Regla NI nº 81: Dos cosas te definen. Tu paciencia cuando no tienes nada y tu actitud cuando lo tienes todo.

Regla NI nº 82: Cosas fáciles.

Regla NI nº 83: Travel is the only thing you buy that makes you richer.

Regla NI nº 84: Confía en todo el mundo, pero corta siempre la baraja.

Regla NI nº 85: Cuando pidas perdón, di “perdón”. Ni más. Ni menos.

Regla NI nº 86: “Integrity is the essence of everything successful”, Buckminster Fuller.

Regla NI nº 87: Una casa sin libros no es sexy. Una mujer tampoco. Evidentemente.

Regla NI nº 88: Hazlo mejor.

Regla NI nº 89: “Planning is everything and the plan is nothing”, Dwight D. Eisenhower.

Regla NI nº 90: La respuesta es: ahora.

Regla NI nº 91: “You always have two choices: your commitment versus your fear“, Sammy Davis Jr.

Regla NI nº 92: Roll the dice.

Regla NI nº 93: Lirios en el estercolero. De eso (exactamente de eso) trata todo esto.

Regla NI nº 94: When it is time to wait, you must wait.

Regla NI nº 95: No es lo que miras, es cómo lo miras. Aprende a mirar.

Regla NI nº 96: Empezar de cero un millón de veces. No hay más.

Regla NI nº 97: Sabes lo que quieres. ¿Sí? Pregúntatelo otra vez. ¿Todavía? Otra. Otra más.

Regla NI nº 98: “No entiendo por qué la gente se asusta de las nuevas ideas, a mi me asustan las viejas“, John Cage.

Regla NI nº 99: Si no lo crees tú, nadie lo hará por ti.


Regla NI nº 100: Hay tiempo.


Recomiendo encarecidamente que leáis TODOS los artículos: http://blogs.revistagq.com/nadaimporta/
Son imprescindibles... 

(Lo sé, realmente son 99, falta una... he ahí el misterio....)

domingo, 17 de noviembre de 2013

Sal con una chica que lee (Por Por Rosemary Urquico)

Hace bastante tiempo me encontré con este artículo y me encantó. ¿Qué por qué me encantó? Porque es bastante cierto... Tiene un contra-artículo, que se llama Salir con una chica que no lee (entrada de abajo) y es curioso también, pero me quedo con este.




Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca. 

Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.

Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.

Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella. 

Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, en Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace. 

Por lo menos tiene que intentarlo.

Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo. 

Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos. 

¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la saga Crepúsculo

Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.

Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.

Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.

Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.

O mejor aún, a una que escriba.

Sal con una chica que no lee (Por Charles Warnke)

Este es un artículo que me encontré, es gracioso. Y es el contra-artículo de la entrada de arriba. 
Interesante leer ambos.

Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela. 

Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta. 

Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe. 

Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar.

Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato. 

Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo countinuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida. 

Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza. 

No salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada. Por eso, largo de aquí, chica que lee; coge el siguiente tren que te lleve al sur y llévate a tu Hemingway contigo. Te odio, de verdad te odio.